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La "Casa del Niño", el primer gran sueño de Bruno

La "Casa del Niño", el primer gran sueño de Bruno

por el Padre Francisco "Paco" Daleoso, scj. (*)

La primera comunidad de Bruno fue la Casa de Formación Betharramita, ubicada en Adrogué, provincia de Buenos Aires, donde inició su servicio sacerdotal en 1969.

En esos primeros años, junto al P. Francisco “Paco” Daleoso, daba clases de catequesis en los Colegios de la Congregación: el “San José” de Buenos Aires, el “San José” de La Plata y el “Sagrado Corazón” de Barracas, para lo cual tenía que hacer interminables viajes en trenes y colectivos, siempre repletos de gente, a las 6 de la mañana, con pasajeros colgados del vagón y de las puertas.

Bruno y “Paco”, como animadores juveniles de la Provincia, tenían a su cargo la organización de encuentros juveniles, jornadas, retiros espirituales para jóvenes y matrimonios, poniendo a disposición de la Pastoral todas las instalaciones de la Casa de Formación, que hasta fines de 1970 estaban vacías.

En las clases de catequesis, Bruno convocó a sus alumnos de los cursos superiores del secundario a realizar una experiencia de misión en Adrogué para visitar y acompañar a la gente más necesitada del barrio. Eran los días sábados, y los chicos se acercaban a los hogares, compartían un momento con las familias, daban catequesis a los niños, les llevaban regalos, organizaban juegos y estaban atentos a las necesidades que surgían. Allí se encontraron con una realidad, las madres no podían salir a trabajar porque no tenían dónde dejar a sus hijos cerca de la zona. Así fue madurando en la mente y el corazón de Bruno la idea de crear un espacio, una casa, para brindar contención a esos niños de las familias que seguían poblando los barrios de alrededor.

“Los viajes a Buenos Aires a eso de las 6 de la mañana los hacíamos en colectivo hasta Adrogué y en tren, de Adrogué a Constitución, unos 35, 40 minutos. Aún no estaban los eléctricos. Iban repletos, con las puertas abiertas y pasajeros agarrados que quedaban colgados afuera del vagón… Alguna vez tuvimos que bajarnos en la estación siguiente por el frío, nos caíamos! En Plaza Constitución – durante la dictadura - nos esperaban muchas veces policías con perros, que nos palpaban de armas y bultos sospechosos. Los colectivos a esa hora iban también repletos, con las puertas abiertas y nosotros, los pasajeros, colgados!”

La idea se hizo realidad el 19 de marzo de 1973. En los terrenos de la Casa de Formación, abrió sus puertas la Casa del Niño “Nuestra Señora de Betharram”, el primer gran sueño y la primera gran obra del P. Bruno, quien explicaba una y mil veces que no era una guardería sino una casa, donde se ofrecía una acogida cordial a las familias más pobres, brindando contención, alimentación, desarrollo pedagógico y servicios médicos.

“Se necesitó gente dispuesta, y apareció. La dirección y animación fue organizada con voluntarios, que brindaban su tiempo y sus dones. Se contrataron dos guardadoras, que al principio se les pagaba con nuestros propios sueldos de catequistas del P. Bruno y el mío, pero no era suficiente. De modo que la creatividad de Bruno fue encarando diversos modos para conseguir el dinero para los sueldos, los alimentos, los útiles necesarios para las clases, los talleres y todas las actividades que se ofrecían. Además de pedir ayuda y donaciones surgieron kermeses, festivales, rifas, choripaneadas, fiestas, todo se fue organizando y cada mes se juntaban los fondos necesarios para cubrir los gastos de la Casa”.

No olvidemos que eran tiempos difíciles en el país, donde había que soportar controles policiales y militares en las calles y en las plazas y hasta esconder algunos libros para evitar sospechas. Pero la Providencia acompañó a Bruno en esos momentos y nunca tuvo problemas, más que la angustia cuando revisaban los bolsos y mochilas de los chicos y maestros en la misión en el barrio.

“El P. Bruno asoció a su familia a todas estas tareas. Fue una de sus características en su pastoral: la familia de sangre (la madre, las hermanas María y Antonia con sus familias, los hermanos Pablo, Pascual Vicente con sus familias…) todos, con numerosos amigos de Adrogué y del Colegio San José aunaban esfuerzos para organizar lo que surgía y poner el hombro en armonía de comunidad”.

Así, la comunidad siempre estaba al lado de Bruno, palmo a palmo, siempre confiando en su proyecto, que cada uno lo hacía propio.

En 1978 el P. Bruno fue enviado al Colegio Sagrado Corazón de Rosario, y la comunidad religiosa de Adrogué se hizo cargo de la Casa del Niño. Allí estaban el P. Juan Carlos Ramírez, superior y maestro de escolásticos, el P. Ignacio Gogorza, maestro de novicios, y unos 20 seminaristas entre postulantes, novicios y escolásticos. Ellos se organizaron junto a todos los voluntarios en lo que durante años se llamó “Asociación Amigos de Betharram”, que de diversas maneras se ocupó de conseguir los medios económicos para la marcha de la Casa. Si algo faltaba, cada Superior Provincial de la Congregación que se elegía se comprometía a compensar.

Desde 1986 se cuenta con un subsidio del Estado, que ayudó y sigue ayudando a sostenerla, aunque no es suficiente, y la Congregación sigue cubriendo lo que falta.

"En 2016, en el primer aniversario de su Pascua, unos cuantos de sus antiguos amigos de Betharram rindieron un homenaje al P. Bruno celebrando una misa y entronizando una foto en la "Casa del Niño", su Obra preferida".

Lo que soñó Bruno en los inicios de su sacerdocio sigue siendo una realidad gracias al trabajo generoso de muchas personas que se comprometieron a seguir su huella durante todos estos años. La Casa del Niño pudo atravesar, no sin dificultades, la experiencia de la pandemia COVID-19 de 2020 y hoy está más viva que nunca. Perduró a través de los años tratando de dar respuestas a necesidades concretas. Para eso la creó Bruno y para eso vive también hoy.

(*) el Padre Francisco "Paco" Daleoso, scj. fue el compañero de ruta en los primeros años de sacerdocio del Padre Bruno