Su última homilía
por el P. Daniel González, scj (*)
Bruno vivió para los demás, no vivió para estar en una tribuna o en un podio. Todo lo que hacía era muy genuino, siempre con el corazón en la mano y pensando en el otro.
Sus últimos meses los compartió con la Comunidad Betharramita en la ciudad de Buenos Aires, cuando ya estaba bastante avanzada su enfermedad. Desde el primer momento la asumió y la vivió con dignidad, como un verdadero hombre de Dios. Lo vivió con mucha aceptación, con mucha nobleza, y eso certificó toda su vida.
En ese tiempo se realizó allí, como todos los años, el Encuentro del Consejo Regional de la Congregación, con la presencia de sacerdotes de Paraguay, Brasil y Argentina. A Bruno le gustaba estar y compartir los encuentros, pero esa vez ya no participaba activamente de las reuniones sino que se acercaba en los momentos libres y charlaba o se sentaba en los debates, pero sólo escuchando. El último día de encuentro se celebró la Misa de cierre y Bruno estaba ahí. Luego de la lectura del evangelio, como todo ese día estuvieron con reuniones y charlas, el celebrante reemplazó la homilía con unos minutos para meditar en silencio.
En ese momento Bruno se levantó de su silla, se acercó al altar con una determinación que conmovió a todos y dijo “me permiten decir unas palabras?”. Los sacerdotes se miraron, pensando en cuánto iba a durar el sermón y cómo lo iba a decir, porque él era “larguero” en sus mensajes y estaba con alguna dificultad para hablar. Bruno sacó un papelito de su bolsillo, él sabía de su problema y no se largó a hablar así nomás, pudo anotar antes lo que quería decir. Miró el papel, tomó aire y dijo: “den gracias a la vida y no se olviden de vivir”.
Seguramente esa fue su última homilía, y que él diga eso y en ese momento de su vida y de su enfermedad fue una síntesis y un mensaje muy fuerte para todos esos religiosos que lo escuchaban. Fue un mensaje que, en su simplicidad, contenía la esencia de su legado. Su espíritu seguía brillando y regaló un gesto imborrable de alguien que ha vivido tanto y se empezaba a despedir recordando la belleza de la vida, incluso en los momentos más difíciles.
(*) el P. Daniel Gonzalez, scj fue Superior Regional de la Congregación Betharramita en la Región “P. Augusto Etchecopar”