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"Vamos a Once"

por Carmela de Carlo (*)

Todos sabemos que Bruno fue un experto en pedir donaciones. Todo era para disfrutar en comunidad, nada para él, convirtiendo a todos en protagonistas de los proyectos que llevaba adelante. Y utilizaba técnicas de persuasión magistrales. 

Como esa vez en Adrogué, cuando estaba levantado la “Casa del Niño”. Se organizaban kermeses para recaudar fondos y necesitaban los premios para los juegos: “vamos a Once a pedir telas”. Los colaboradores desconfiábamos, no creíamos que los comerciantes, que eran todos de la religión judía, pudieran regalar algo para una obra católica, que íbamos a pasar vergüenza. Casi que nos reíamos de Bruno, pensábamos que estaba loco. 

Bruno se vistió con el clériman, esa tira blanca que usan los sacerdotes en el cuello de la camisa y que él sólo la utilizaba en ocasiones especiales, se puso casi de gala, y fueron a pedir. Obvio que convenció a todos los dueños de los locales de que no importaba la religión para ayudar, que todos tenían que ser solidarios en nombre del mismo Dios, y volvieron con la camioneta repleta de telas, rollos y retazos para que las señoras de la Casa los conviertan en mantelitos, bolsas para el pan, servilletas, todo para ofrecer como premios en las kermeses. 

Así era Bruno, el que sabía pedir con ese corazón enorme, el que siempre le encontraba la vuelta a todo, al que era imposible negarse a ayudar.



(*) Carmela de Carlo fue colaboradora de Bruno desde los inicios de la “Casa del Niño” en Adrogué, Bs. As.